Tierra, Conflictos y Asesinatos

Represión en Formosa (Izquierda) - Represión en V. Soldati (Derecha) 

Tal vez una de las grandes falacias de

 la cultura posmoderna es la que nos quiere hacer suponer que los nuevos problemas enterraron a los históricos. Digan lo que digan la posesión de las tierras siguen siendo en nuestros días uno de los principales motores del conflicto social debido a las grandes desigualdades que existen en el mundo y, obviamente, en nuestro país.

 Precisamente, en Argentina tenemos cinco muertos en el último mes. No es coincidencia del destino lo que une a estos fallecimientos. Se dan en los sectores marginados de la sociedad y todo es resultado de malas políticas territoriales que heredamos desde el nacimiento de nuestra Patria y que continúan hasta ahora. A esto hay que sumarle el ingrediente letal de este coctel que son las patotas parapoliciales y las diferentes policías que prosiguen con mecanismos represivos aplicando su brutalidad sobre estos sectores marginales que, en definitiva, son doblemente víctimas: por un lado no pueden acceder a una vivienda digna y, por el otro, cuando reclaman son reprimidos, perseguidos y estigmatizados por los poderes hegemónicos (entre ellos el mediático) y parte de la misma sociedad a la que pertenecen.

Formosa y Villa Soldati son los últimos ejemplos de esta situación. Recién ahora se habla de las cuestiones de fondo: la tierra, la vivienda, y la exclusión.

Hace un par de semanas dos personas de la comunidad toba Qom Navogoh (La Primavera) y un efectivo de la policía formoseña fueron asesinados. Las fuerzas del orden de esa provincia reprimieron salvajemente con balas de plomo, postas de goma y gases a los tobas y estos respondieron con piedras y flechas. La orden de avanzar a los tiros la dio el gobierno formoseño de Infran para desalojar a los habitantes de “La Primavera”. Esa comunidad tiene la posesión legal de las tierras gracias a un decreto firmado en 1946 por el Poder Ejecutivo Nacional (J.D. Perón). En él se los reconocía como legítimos dueños de más de cinco mil (5.000) hectáreas, que hoy están reducidas a menos de la mitad. La masacre de la policía de Infran surgió para beneficiar a una familia que detenta esas tierras para extender su producción agrícola. Para que la soja devore la flora y la fauna autóctona. Una práctica que acosa a la mayoría de las comunidades indígenas y de pequeños campesinos en el norte desde la década del ‘70. Los dos tobas fueron asesinados de una manera brutal y cobarde por la fuerza represiva al servicio de pretensiones terratenientes. El policía murió por la contusión y el desangrado que le provocó un flechazo de los que resistían. Me duelen por igual las tres muertes porque no puedo hacer un juicio sobre el uniformado ya que no tengo su historial de vida, pero lo que queda claro es que, más allá de la perversión de gran parte de las fuerzas de seguridad, los tres muertos fueron productos de un juego de poderosos. El gobierno de Infran no se hizo responsable de las muertes. El gobierno nacional (al que apoyo plenamente) no exigió ninguna explicación al formoseño ni tampoco se manifestó en contra de una manera contundente. Eso en algún punto duele porque una de las cosas que más me gustan de Cristina y de Néstor es su política de DD HH y la reivindicación de los sectores populares y originarios.

En esta sentido, el pasado martes 07 de diciembre murieron dos personas en Villa Soldati (Zona Sur de la Ciudad) y al momento de escribir este artículo hay una versión de una posible tercera víctima producto del enfrentamiento entre vecinos . A esto hay que sumarle más de 100 heridos y 50 detenidos. Los efectivos de la Federal y de la (¿nueva?) Metropolitana desalojaron el predio del Parque Indoamericano (Espacio público) en donde unas 500 familias habían usurpado el terreno. En una parte de ese espacio la Asociación Madres de Plaza de Mayo con varias cooperativas construyeron desde el año pasado una serie de viviendas que todavía no fueron terminadas y que también fueron tomadas por los vecinos. Días antes del trágico martes las familias usurpadoras se agruparon y tomaron de forma colectiva las tierras que, en realidad, están descuidadas y no se configuran como un verdadero parque. Está claro que la toma no es una solución y que un grupo de personas no pueden decir sin el consenso de los demás la ocupación de un espacio público. Pero los vecinos comentan que pagaron por los lotes entre 500 pesos y 3.000 pesos, o sea, hubo una iniciativa surgida de otras cabezas a las que se plegaron. Esta versión se complementa con las declaraciones que dan cuenta que “punteros políticos” ligados a las campañas del PRO de Mauricio Macri los instruyeron e incentivaron a la toma. Según la Asoc. Madres de Plaza de Mayo, estos punteros sindicados como “tranzas” también fueron los que abrieron paso a los tiros para ocupar las viviendas populares de las cooperativas.

Después de toda esta situación, por la orden de la jueza interviniente la Metropolitana y la Federal desalojaron el predio con una fuerte represión. Los vecinos contestaron con palos y piedras. En esos incidentes cayeron dos personas que no estaban en las primeras líneas del conflicto. Según los vecinos las policías reprimieron con balas de plomo y son las responsables de las muertes. Según la Policía Federal los calibres de las postas que causaron los decesos no coinciden con las armas reglamentarias que utilizan sus efectivos y dan pié a las versiones de que los mismos punteros - tranzas tiraron contra vecinos y policías.

¿Qué pasó? No sabemos todavía. Ojalá se pueda acceder a lo que sucedió. Lo que sí sabemos es que después de los asesinatos las dos policías se desligaron de las muertes y ninguno de los dos gobiernos se hicieron responsables.

Lo que también se sabe es que las declaraciones de Macri fueron de un racismo impresionante al sostener que el problema habitacional de la Ciudad se debe a la inmigración de países limítrofes. No habló de un presupuesto subejecutado del 12 por ciento. No habló de sólo 81 viviendas construidas desde 2007 hasta la fecha (que vienen de gestiones anteriores). Sólo en la Capital Federal hay casi 500 mil personas con problemas de viviendas. En el conurbano bonaerense la cifra se podría triplicar  (aunque territorialmente no existe una emergencia por la extensión de la Provincia a diferencia de la Ciudad). Pero esto no es una isla en la política de Macri. Muchas de las soluciones que su espacio propone siempre terminan en la idea de reprimir, perseguir y hacerle cargo de los problemas a los demás gobiernos.  

Por otro lado, los sectores medios tampoco escapan a esta crisis habitacional. Los alquileres en zonas cercanas a los centros urbanos se incrementan entre un 15 y un 35 por ciento cada año. Este espectro también tiene problemas para acceder a la compra de viviendas por el alto precio de las casas o lotes y lo restringido que es el sistema de créditos. Esto se acentúa en los posibles propietarios que quieren acceder a su primera vivienda (principalmente jóvenes).

Sin dudas, este gobierno nacional es el que cuantitativamente y cualitativamente resolvió de manera más acertada la crisis habitacional en todo el país si se la compara con las gestiones anteriores pero todavía sigue siendo una materia en la que hacemos agua. De forma directa y apoyándose también en algunos gobiernos provinciales las políticas tuvieron un buen desenvolvimiento. Las cooperativas, sindicatos y movimientos sociales ocuparon un rol importante en esto. Pero todavía no es suficiente.

Algo que tampoco se le puede machacar es su política de NO represión de la protesta social. De Néstor a Cristina esa orden fue impartida a las Fuerzas de Seguridad (PFA, Gendarmería y Prefectura). Por eso llama la atención este recrudecimiento de asesinatos en conflictos sociales. Como se dijo en el post sobre Mariano Ferreyra, hay un tufo extraño de querer tirar un muerto al Gobierno. Pero el Gobierno también tiene que salir y responder para aclarar y encontrar a los autores materiales e intelectuales de estos crímenes. El Pueblo demostró su apoyo. La legitimidad y la legalidad lo ampara. Las condiciones están dadas para que se señale a los responsables de los asesinatos.

Por otro lado, vamos otra vez: la crisis habitacional y las tierras en pugnas por los poderes económicos no son un problema exclusivo de la Argentina. Toda Latinoamérica está cruzada por esta calamidad. Y, si vamos al caso, nuestro país es uno de los que mejores respuestas le pudo encontrar a la crisis territorial junto a Brasil. Pero las últimas cinco muertes de hermanos argentino duelen en el corazón de un Pueblo que no quiere ser la carne de cañón del perverso juego al que los poderes hegemónicos nos intentan someter.